A poco más de un mes del juramento de Trump como el presidente número 45 de Estados Unidos, su gestión para detener la salida de operaciones de firmas de dicho país hacia México continúa, y se mantiene firme en su política proteccionista, algo nunca visto para el mercado más abierto del mundo, al menos hasta este momento.
Pero al final es solo inercia de su campaña electoral y comenzar a pagar los acuerdos con los grandes industriales que lo respaldaron, pero los resultados financieros de las compañías y los costos, entre otras variables, son los que influirán en la decisión final.
En el caso de las armadoras de autos, al quedarse la producción en Estados Unidos sus costos de operación e insumos subirán y el precio final será mayor, a lo que se agregan los costos de exportación, esto se traduce en bienes más caros para el consumidor final, todo por mantener empleos en Estados Unidos. Este es un ejemplo, de lo que será, según Trump, su política “hacia adentro”; Estados Unidos tiene que generar empleos y riqueza echando a andar su industria e inundando el mundo de nuevos productos y servicios generando valor agregado.
Mientras Trump toma posesión, México y el resto de las economías de Latinoamérica tienen que trabajar en escenarios de estrés, al igual que las empresas, para evaluar los diferentes escenarios y comenzar a tomar medidas, en caso de que las ideas y propuestas del presidente electo comiencen a concretarse. En México al parecer, Ford ya no moverá una de su principales plantas para México, pero esperemos a ver los costos, para ver que dicen los industriales.
El aumento de los costos por quedarse en Estados Unidos, tendrá que ser subsidiado por presupuesto del Gobierno, lo que se traduce en mayores impuestos, en fin, es un tema de nunca terminar. Lo que nos queda, es seguir de cerca sus políticas y objetivos para los próximo 4 años.
