No es la vitamina “T”, adicción al azúcar clave para combatir la Obesidad
- Mónica González
- 25 nov 2016
- 2 Min. de lectura
La pandemia que se vive a nivel mundial, de sobrepeso y Obesidad, ha provocado una serie de medidas correctivas por organismos gubernamentales y del cuidado de la salud. No obstante el plan de combate, que va desde campañas informativas hasta impuestos a bebidas carbonatadas, éste arroja resultados pobres y a cuentagotas.

En México, se han realizado campañas informando sobre los perjuicios en la salud ocasionados por una mala alimentación y sedentarismo, apelando a la razón de la población para que adopten hábitos saludables. Así mismo, se invita constantemente para que acudan a las clínicas del sector salud correspondientes para realizarse un chequeo general, que les permite saber si se encuentran en situación de riesgo. Con estas medidas el gobierno ataca el problema en dos frentes, la prevención y detección temprana.
El esfuerzo realizado por las instituciones gubernamentales va más allá, desde el año 2014, en México, se ha establecido un impuesto al consumo de bebidas carbonatadas, apelando al impacto en el bolsillo y desalentar su consumo.
A pesar de las campañas y los esfuerzos realizados, la realidad es que México es el país con mayor índice de población obesa en el mundo; se han realizado estudios hablando de la eficacia del impuesto, que arrojan cifras y estadísticas que nada valen cuando, 1 de cada 10 adultos padece diabetes y hay un aumento del 85% en decesos por diabetes, respecto de hace 26 años, de acuerdo al Secretario de Salud, José Narro Robles, y la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición.
Por otra parte, persiste la creencia de que el problema principal es la dieta del mexicano promedio, compuesta por la llamada vitamina “T”, si bien es cierto la carga de carbohidratos y grasas “malas” (saturadas y trans) no es recomendable y no forma parte de una dieta balanceada, no es el principal problema.
Las “garnachas” no son las culpables, es la adicción al azúcar. Estudios científicos han demostrado que el azúcar provoca una adicción aún mayor que la cocaína, y la podemos encontrar escondida en innumerables alimentos que forman parte de nuestra despensa. Al igual que un drogadicto o un alcohólico, cuando intentamos limitar o dejar su consumo, nuestro cuerpo sufre mientras nuestro cerebro envía señales de alerta para obtenerla, tales como ansiedad, dolor de cabeza, mal humor, cansancio, por mencionar algunos.
No es de extrañar que aun cuando sabemos que tomar refresco nos hace daño y que cuesta más, no dejamos de consumirlo.
Sería muy interesante que se pusiera en marcha un programa para combatir la adicción al azúcar, de la misma forma como se ataca la adicción a las drogas o el alcoholismo, quizás de ese modo veríamos resultados más significativos.
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